Esta es una historia que no puede ser llamada una historia de amor, pero que aparentemente parece serlo. Haberlo conocido me hace cuestionarme cada día sobre cosas como el destino, porque por más que busco no encuentro una posible razón, motivo o uso al haberlo conocido, fue más bien como haber caído en una trampa de conejo, yo soy aquel conejo que decidió acercarse a la trampa aun sabiendo que podía ser peligroso. No, quizás este conejo realmente no sabía que era una trampa y sólo se dejó llevar por el señuelo. Esta no es una historia de odio, pero tampoco es una historia de amor, el conejo aún sigue en la trampa y no sabe realmente si debe escapar o seguir ahí, si esto fue el destino, pues ya no creo que “el destino” sea una fuerza justa, luego de querer guiar al conejo a la trampa y dejarlo sin salida. Hasta hoy el conejo ha sido atrapado por más de un año en lo que ha sido un confuso romance trágico que no tiene explicación ni razón de ser, y aun así, por qué lo sostengo